viernes, 1 de febrero de 2008

El mundo que habitamos...

El mundo que habitamos y recreamos a diario no es, por supuesto, una emisión de Gran Hermano proyectada en la gran pantalla de la sociedad.
Gran Hermano no es una fotografía, copia o réplica de la realidad social de estos días. Es, más bien, un modelo condensado, destilado, purificado; podría decirse que es un laboratorio en el que se experimenta con ciertas tendencias de esa realidad social, que de otro modo habrían permanecido ocultas, diluidas o reprimidas, y se las pone a prueba para hacer visible todo su potencial.
Hannah Aredt señaló que los campos de concentración de los regímenes totalitarios, no estaban pensados sólo para exterminar gente y degradar a los seres humanos, sino que además eran parte de un horroroso experimento que consistía en eliminar, bajo condiciones científicamente controladas, la espontaneidad misma como expresión del comportamiento humano, y en transformar la personalidad humana en una mera cosa (...) En circunstancias normales, esto es imposible de lograr, porque la espontaneidad nunca puede ser eliminada por completo (...) Sólo en los campos de concentración se hace posible ese experimento.
Si los campos de concentración oficiaban como laboratorios en los cuales se ponían a prueba los límites de la endémica tendencia totalitaria de la sociedad moderna, que "en circunstancias normales" aparece controlada y atenuada, los programas como Gran Hermano juegan el mismo papel en la "nueva modernidad", nuestra modernidad. Sin embargo, en contraste con lo que ocurría en esos experimentos, aquí las tendencias son sometidas públicamente a examen, bajo los reflectores, frente a millones de espectadores. Después de todo, lo que ahora se pone a prueba son los límites de la espontaneidad desregulada, privatizada e individualizada; la tendencia inherente a un mundo completamente privatizado.

Fragmento extraído del libro "La Sociedad Sitiada" de Zygmut Barman
Publicada en La Antorcha, Octubre 2006

No hay comentarios: