La democracia, no es solamente el derecho a elegir nuestros gobernantes, también es el compromiso de defender la vida, la libertad.
Libertad es poder pensar distinto, comer todos los días, tener educación y salud, entre otros derechos.
Los mismos que hasta ayer hacían una defensa férrea del gobierno, después de cuatro años de Carlos Kirchner y a un año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, reconocen que carecen de políticas de estado.
En épocas electorales los “inocentes y crédulos” no son confiables; ¡gente experimentada en política! ¿Recién ahora se dan cuenta de que no existe un verdadero programa republicano y federal de gobierno?, ¿O es el mecanismo ya conocido pergeñado para confundir al electorado y dividir el voto de la oposición?
¿Acaso perdimos la capacidad de la mirada interior, para descubrirnos y hacernos cargo cada uno de nuestros actos y ver claramente si somos ejemplos para ellos? O por el hecho de ser mayores nos arrogamos el derecho de transmitirles el “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”
Todos tenemos que tener en claro que la violencia desatada en nuestros jóvenes, es la consecuencia de nuestras propias violencias.
Cuando a un joven se le arrebata el sentido de la vida ¿porqué debería tener sentido para ellos, la vida de los demás?
Muchas son las voces que se levantan pidiendo a gritos, que la mayor carencia es el amor y la ausencia de familia.
Estas ausencias responden a la indignidad, cuando en una casa (si la tienen) no hay una mesa servida; cuando la miseria duele en la panza y mueren muchos más por desnutrición que a mano de un asalto, es también un genocidio.
En muchas mesas la comida está servida, pero para lograr eso en muchos casos, se renunciaron a los principios lo que genera desesperanza y todo da lo mismo, esto es un genocidio moral
La inacción es cómplice de los corruptos.
En mucho de los casos son los mismos a los que escuchamos decir:”y bueno, roban pero hacen”…y ¡así estamos!
Berta Núñez
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